Una afirmación: “Mi
felicidad está aquí, en este mundo”.
Una percepción: la
honestidad.
Honesto.
Honesto.
De todas las definiciones que nos aporta la Real Academia,
me quedo con estás:
probo- recto- honrado
y añado porque sí, porque lo creo sincero
Los cuatro adjetivos caben en uno, cabal. Quizás lo mejor que un hombre puede ser.
Así defino a Antonio Capilla Loma. ¿Por qué? Posiblemente,
porque esa cualidad la lleva en su aura, ese aliento suave que se desprende de su
persona.
El mérito se adquiere cuando la facilidad para ser de buen
sentir no ha sido una realidad en su vida, sino todo lo contrario. La intensa
presencia que marcó su última infancia y toda su adolescencia ha sido la
dificultad.
En Cantillana nació, la Naeva mencionada por Plinio, impregnada por la humedad del Guadalquivir y por la seda de sus mantones de Manila. El día que nació Antonio Capilla Loma nevó en Sevilla. Y la nieve formó pequeños neveros entre los pliegues de su piel. La llevaba consigo cuando, con ocho años, sus padres se trasladan a Madrid para buscar mejores oportunidades. Cuando entró en la capital, un gris y desnudo mes de diciembre de su niñez, la nieve volvió a aparecer y desde entonces es la imagen del melancólico desarraigo en su expresión.
En Cantillana nació, la Naeva mencionada por Plinio, impregnada por la humedad del Guadalquivir y por la seda de sus mantones de Manila. El día que nació Antonio Capilla Loma nevó en Sevilla. Y la nieve formó pequeños neveros entre los pliegues de su piel. La llevaba consigo cuando, con ocho años, sus padres se trasladan a Madrid para buscar mejores oportunidades. Cuando entró en la capital, un gris y desnudo mes de diciembre de su niñez, la nieve volvió a aparecer y desde entonces es la imagen del melancólico desarraigo en su expresión.
Es inevitable tragar saliva cuando alguien dice que no tuvo
adolescencia. Su padre, republicano, sufrió el acoso al vencido que ejerció la
dictadura. Y con su mirada de hijo le vio atravesar un irregular sendero para
poder alimentar a su familia. Por eso en cuanto pudo le ayudó. Trabajo y
estudios a tiempo completo. La adolescencia no es exactamente eso. Al perder su
padre su buena posición laboral tras la guerra, a él, a su hijo, le arrebataron
los años imprescindibles. Quizás por ello,
está convencido de que cualquier artista debe estar comprometido con su tiempo,
cree en la mancha de la tinta. “En lo poético, también. “Lo que importa es
trascender, dice, sea el tema que sea el que se toque, lo que importa es el
manejo de la palabra.”
Estamos acostumbrados a encontrarnos con Antonio entre las
sillas de los cafés literarios, escuchando atentamente poesía. Le delata la
sonrisa amplia de los que quieren sacarle partido a la vida. Hay un discreción
inherente a su persona, una afabilidad que delata su mirada y que nos asoma a
su optimismo vital. Como he subrayado al
principio, él dice que su felicidad está aquí, en este mundo y la absorbe con
la pasión de sus grandes aficiones, el cine, el teatro, la lectura, las artes
y, sobre todo, los viajes. A quien le gusta viajar, disfruta con los
descubrimientos y para descubrir es necesaria esa capacidad de asombro tan
indispensable para crear.
Nos presenta su tercer libro porque para él un libro es un
desafío; igual que lo fue pasar de la expresión poética inicial, atropellada y
espontánea, al riguroso trabajo con el lenguaje y los cánones poéticos. En
definitiva, el sueño de ser un artesano de la palabra, la materia prima de la
poesía; el deseo de poder expresarse con la belleza y la expresión poética. Eso
vale más que todas las decepciones de su primer intento de publicación porque
un poeta es poeta siempre, porque el poeta lo es por dentro, desde dentro y
hacia sí.
Hablando con él, se oyen cosas, pero se ven más aún. Es una persona influenciada por el humanismo. Pasó de ser un alumno de seis añitos aterrorizado por el maestro de la Escuela Unitaria, a ser el maestro de 23 años que aún creía en la superación (por eso, siguió estudiando y se licenció en Filología) y que se desnudaba en los versos, el lugar donde se plasma el pensamiento, alimentado por, quizás lo más impactante, las lecturas. Y de entre todas las lecturas, la filosofía, tan necesaria, que sigue con él y se percibe cuando se leen sus poemas.
Hablando con él, se oyen cosas, pero se ven más aún. Es una persona influenciada por el humanismo. Pasó de ser un alumno de seis añitos aterrorizado por el maestro de la Escuela Unitaria, a ser el maestro de 23 años que aún creía en la superación (por eso, siguió estudiando y se licenció en Filología) y que se desnudaba en los versos, el lugar donde se plasma el pensamiento, alimentado por, quizás lo más impactante, las lecturas. Y de entre todas las lecturas, la filosofía, tan necesaria, que sigue con él y se percibe cuando se leen sus poemas.
Es un hombre que posee una biblioteca. Es un hombre que en
Nitszche encontró más al poeta que al filósofo. Es un hombre vehemente cuando
ha de defender una idea. Es un hombre sincero, pese a lo que a veces cuesta ser
sincero. Es un hombre honesto consigo mismo, indispensable para serlo con los
demás. Es un hombre realista que cree que hay que luchar por lo utópico a
sabiendas de que jamás se conseguirá. Es un hombre crítico y firme que no cree
en las redenciones y en los perdones cuando es la sociedad la damnificada. Es
uno de esos hombres a los que se les puede dejar la cartera un rato con la
seguridad de que cuando te la devuelva no faltará ni un solo céntimo.
La cartera, la confianza, o el corazón.
Laura Gómez Recas
Madrid, 8
de mayo de 2012
Hola Antonio.
ResponderEliminarGracias a las palabras de Laura, te conozco un poco mas y me alegro de haberte conocido.
Por cierto, si te viene bien,mañana ponemos tu poesía recitada.
Espero tu respuesta.
Un abrazo.
Hermosas y bellas palabras...
ResponderEliminarMuchisimas felicidades por todo el contenido que ellas encierran.
Un cálido saludo Pilar.