Un poema de EL ÁGUILA DE FUEGO CON LAS ALAS DEL TIEMPO.
A volar, a volar, a volar...
INFINITUD
Torrente de agua es
el goce que por ti en mí espejea;
delirio de pasión,
caballo desbocado en la pradera
libre de toda traba.
Sublime frenesí
que en su verdad a un tiempo luce y ciega.
El ritmo se detiene,
los dos somos en uno infinitud,
destello que aniquila.
Lo eterno es para mí
de tu seno la vida.
Renuncia de mi ser,
¡oh, éxtasis de amante!,
¡oh, goce del amor!, ¡oh, dulce entrega!
Antonio Capilla Loma, EL ÁGUILA DE FUEGO CON LAS ALAS DEL TIEMPO, Editorial Huerga y Fierro.
La poesía participa de la musicalidad de los sonidos lingüísticos sabiamente combinados y de la significación de las palabras: no hay poesía sin comunicación. El creador escribe para ser leído. Aunque el mensaje poético es bello por definición, el artista no crea su obra para encerrarla bajo siete llaves. Esta es la grandeza, pero también la contingencia del poeta: la obra sin el destinatario es como un bebé al que se deja morir por inanición.
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