ÁNFORAS DEL PENSAMIENTO
Hoy el niño aquel que fui
me ha visitado de nuevo
jilguero de la inocencia
raíz de mis sentimientos.
Semana Santa, memorias
saetas buscando el centro
voces añejas del ser
ánforas del pensamiento.
Martinetes para el Cristo
para el Cristo nazareno
tantas veces inmolado
por gentes de aire siniestro.
La madre detrás lo sigue
y es el paso de un pequeño
quien va también a su lado
ávido de amor sincero.
Pero hoy mi canto es por ti
que vas como el Nazareno
sufriendo solo el dolor
clavado en el desconsuelo.
Porque el niño que hay en mí
me ha recordado de nuevo
lo que representa el Cristo
en el corazón del pueblo.
La poesía participa de la musicalidad de los sonidos lingüísticos sabiamente combinados y de la significación de las palabras: no hay poesía sin comunicación. El creador escribe para ser leído. Aunque el mensaje poético es bello por definición, el artista no crea su obra para encerrarla bajo siete llaves. Esta es la grandeza, pero también la contingencia del poeta: la obra sin el destinatario es como un bebé al que se deja morir por inanición.
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