miércoles, 30 de diciembre de 2015

REGALO EN LA VÍSPERA DE LA NOCHE VIEJA

En la víspera de la Noche Vieja del año os dejo como regalo el discurso que pronuncié en la graduación de los alumnos del IES Arquitecto Peridis del que he sido profesor durante veinte años.

Espero con ello que los adolescentes que siguen latiendo en vuestros corazones, amigas y amigos míos, encuentren todo el amor que deseo haceros llegar a través de este

DISCURSO PARA LA GRADUACIÓN DE LOS ALUMNOS DEL IES ARQUITECTO PERIDIS DE LEGANÉS, CURSO 2013-2014

Queridos jóvenes, alumnos y alumnas del I.E.S. ARQUITECTO PERIDIS que hoy asistís a este acto de graduación:

Me conocéis desde que hace ya varios años ingresasteis en el instituto, y tenéis que saber que para mí es un honor poder dirigiros estas palabras que, por encima de todo, son sinceras como sincera ha sido siempre la relación que he tenido con vosotros.

Hemos pasado aquí en esta comunidad de alumnos, padres, profesores y personal de administración y servicios, incluidos  ambos sexos como corresponde a una escuela pública a la que nos sentimos orgullosos de pertenecer, una etapa importante de nuestra vida. Importante para vuestros padres que han estado a vuestro lado apoyándoos y aconsejándoos en todo momento; importante para vuestros profesores que os hemos  dado profesionalmente lo mejor de nosotros; y, sobre todo, importante para los que hoy tenéis la satisfacción de graduaros.

Y, ¿qué os puede decir este viejo profesor que se siente hoy más joven que nunca?, ¿que se emociona con vosotros como si fuese su propia graduación?  Mirad, quiero que sepáis que os estoy profundamente agradecido porque me habéis enseñado mucho; sí, porque con vosotros he aprendido mucho más de lo que os imagináis, más aún de lo que yo modestamente os haya podido enseñar. Y, ¿sabéis por qué? Porque toda mi vida ha estado presidida desde que tengo uso de razón por el convencimiento de lo que un sabio tenía por lema. Decía Sócrates: “Solo sé que no sé nada”. Y esto es lo primero que deseo transmitiros: por mucho que aprendamos, por mucho que sepamos, por muy sabios que seamos,  siempre seremos tremendamente ignorantes. “Solo sé que no se nada…” Desde este reconocimiento estaremos en la mejor disposición para aprender, para alcanzar poco a poco el mayor grado de sabiduría posible, para acercarnos menos remotamente a la inalcanzable verdad suprema.

Pero habéis de saber que Sócrates, este gran sabio del que os hablo, identificaba la verdad con la belleza y con la bondad. Y que ponía la bondad en el vértice superior del triángulo. Claro, porque la belleza sin bondad se hace perversa y por consiguiente hedionda y fea; y la verdad si no encarna en la bondad puede herir e incluso matar, sobre todo porque es un desiderátum inalcanzable y solo debemos estar seguros de que siempre se nos escapa una gran parte de conocimiento dentro de lo que incluso consideramos completamente cierto.

La verdad… Me habéis oído decir muchas veces que seáis amantes de la verdad, que investiguéis y no os conforméis con informaciones que no estén debidamente contrastadas, que no aceptéis dogmatismos que alienen la razón. Porque, fijaos, no hace tanto que se condenaba a morir en la hoguera a otro sabio; fue en 1553, poco tiempo desde luego en comparación con los millones de años de la humanidad  y los 13.798 miles de millones de años que según la Teoría del Big Bang empezó la expansión del Universo. Me refiero a Miguel Servet que descubrió la circulación menor de la sangre, lo que iba en contra de la sagrada verdad calvinista. Y ya sabéis cómo a Galileo Galilei se le condenó a cadena perpetua en 1633 después de hacerle abjurar de la teoría heliocéntrica copernicana, que había demostrado experimentalmente pero que se oponía a la verdad suprema de la iglesia católica.

Queridos jóvenes, no olvidéis sin embargo que por encima de todo hemos de poner siempre la bondad. La bondad es nuestro bien supremo, la que nos hace sentir bien, en paz con nosotros mismos. La inteligencia no tiene ningún mérito porque se hereda; es un don que recibimos al nacer. Cada uno tiene su talento propio, sus capacidades;  o, parodiando una parábola de la Biblia, todos recibimos unos talentos al nacer, unas monedas que debemos saber invertir. Pero, por favor, no especuléis nunca. Es mejor invertirlas en felicidad personal. Y no me digáis que para ser felices lo mejor es ser ricos porque no es verdad… ¡Cuántos millonarios hastiados de todo pero vacíos por dentro terminan suicidándose!  Posiblemente más de los que nos podamos imaginar. No, la felicidad no consiste en la riqueza material. Ya sé que estamos en una sociedad de consumo en la que se nos inculca que el éxito consiste en ganar mucho dinero, en tener, tener y tener… Pero tener ¿qué?  Nos crean adicciones consumistas y muchas de las cosas son perfectamente prescindibles; son como el tabaco, este veneno que te va minando y que parece aliviar al que lo consume, cuando en realidad es él mismo el que crea la ansiedad que después parece mitigar. No, no es más el que más tiene sino el que elige el auténtico camino de la felicidad.

Y, me diréis, pero ¿cuál es el camino de la felicidad?, porque queremos  saberlo para seguirlo ahora mismo. Amigos míos, me gustaría poder contestaros sencillamente, pero me temo que no tenéis más remedio que buscarlo vosotros mismos. ¡Vaya!,  me replicaréis, no nos dejes así porque si ya estábamos llenos de dudas con lo que nos dices aún tendremos muchas más. Y yo os digo: ¡Fantástico!, ¡fenomenal, ¡formidable!... Esto es lo que os debe embargar ahora: la duda.

Hasta hoy mismo vuestros padres y vuestros profesores os hemos tratado como al arbolito que necesita de un tutor, de una guía para no torcerse. Erais seres tiernos que teníamos que proteger y guiar. Y para ello necesitabais certezas. Las certezas, inciertas muchas veces, que vuestros mayores os hemos transmitido de buena fe.

Permitidme ahora, aunque siempre os he dicho que en el idioma español el masculino es el término no marcado que genéricamente incluye al femenino, que me dirija a vosotras y a vosotros, a vosotros y a vosotras, para deciros que tenéis la gran suerte de haberos formado en una escuela pública, lo que significa que habéis recibido como denominador común los valores democráticos que inspiran y conforman la Constitución Española, pero desde la pluralidad de las creencias de los miembros mayores, padres y profesores, de esta comunidad escolar; y esto lo lleváis de ventaja con respecto a otros que adoctrinan desde el dogma. Que habéis crecido por lo tanto en el ambiente natural, social y democrático en el que vais a seguir viviendo, siempre que sepáis defenderlo, claro está, porque la democracia no es un regalo sino un bien que se conquista día a día.

Pero volvamos al asunto que nos tenía preocupados y sumidos en la duda: ¿cómo elegir nuestro camino para ser felices?  Y de nuevo, os cito a Sócrates cuando enseñaba: “Conócete a ti mismo”. Sí, chicos y chicas, ha llegado el momento de que miréis dentro de vosotros mismos y os preguntéis: ¿quién soy yo? , ¿quién es realmente esta chica o este chico que se llama así?, ¿cuáles son las capacidades, las dotes naturales que te harán más apto para un tipo de actividad social determinado?, ¿qué es lo que te gustaría ser realmente en la vida? ¿A qué te vas a dedicar de manera que lo hagas con gusto, con agrado, con amor?  Fíjate bien, porque esta es la clave de la felicidad: EL AMOR. El amor debe llenar nuestras vidas: la familia, los amigos, los vecinos… El amor a la humanidad a la que pertenecemos y el amor dentro del quehacer diario al servicio de los demás. Y, ¿sabéis qué?, el amor en vosotros debe moverse por la pasión, porque si no sentís pasión a vuestra edad es que estáis muertos antes de empezar a vivir.

Elegid, pues, aquello para lo que pensáis que estáis mejor dotados, pero sobre todo que os guste que os apasione. Os aconsejo además que contempléis un área en vuestra elección que abarque varias posibilidades profesionales ya sea en la sanidad, en los servicios, en las comunicaciones, en la investigación o en cualquier otro campo social. Es conveniente que podáis adaptar vuestras aspiraciones con las posibilidades reales que tengáis y siempre es bueno tener alternativas previstas.  Si lo hacéis así no tengáis miedo porque habréis acertado. Todas las dificultades, las trabas, los escollos que encontréis en el camino los vais a superar porque os moverá la pasión, y la pasión hace voluntades de acero. Alguien dijo que “El amor es el poder iniciador de la vida y la pasión posibilita su permanencia”. Y Don Miguel de Unamuno que “Apasionarse es tener derecho a vivir en la vida. Lo demás es digerir la vida sin soñarla!

Permitidme ahora que parafrasee unos versos míos: “No tengáis miedo a soñar vuestra vida, si queréis vivir vuestro sueño”. He aquí, por tanto, la tercera clave que os doy. Acordaos de la primera “Solo sé que no sé nada”, lo que os lleva a querer saber cada día un poco más; la segunda, “Conócete a ti mismo”, y así sabrás elegir lo que más te gusta, lo que estás más capacitado para hacer con amor; y la tercera, No debo tener miedo a soñar mi vida para poder hacer realidad mi sueño.

Aldous Huxley afirmaba que “El amor ahuyenta al miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y que no sólo el miedo expulsa al amor; también a la inteligencia, a la bondad, a todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega incluso a expulsar del hombre la humanidad misma”.

Así que no tengáis miedo. Yo os animo a ser valientes; o, si lo preferís a saber vencer el miedo; porque el miedo inmoviliza y nos hace débiles. Sed luchadores de los que no se rinden, de los que están hasta el final de sus días en la lucha, porque la vida debe ser un afán por ennoblecernos mediante nuestra dedicación a los demás, mediante una lucha continua para hacernos más humanos y por lo tanto más felices. Así que no olvidéis estas palabras que os dedico con amor: “No tengáis miedo a soñar vuestra vida, si queréis vivir vuestro sueño”.

¡Adelante, siempre adelante!, chicas y chicos de la enseñanza pública del I.E.S. Arquitecto Peridis, HA LLEGADO LA HORA DE SOÑAR VUESTRA VIDA PARA QUE PODÁIS VIVIR VUESTRO SUEÑO