Nada sabes de mí,
y aún así me señalas,
me conviertes en blanco de tu ira
y embadurnas con odio mis silencios.
Tú no sabes quién soy:
me bebo mi condena
a sorbos de coraje y pesadumbre.
Me sumerjo en las penas cotidianas
y no me duelen prendas.
Y aunque me claven garras afiladas
las águilas voraces
que creen tener derecho sobre el cielo,
mi vuelo es limpio y libre.
Y aunque se me desborde el sentimiento
y no contenga el cauce de mi río,
no escondo el alma en tupidos ropajes.
Ni juzgo, ni desprecio.
Me conmueve la vida en su principio
y me emociona el llanto,
el sufrimiento ajeno, la belleza,
y el latido secreto
de las pequeñas cosas.
Sé disfrutar del viento y de la lluvia,
en todo encuentro causa de grandeza,
y por igual valoro
el humilde guijarro,
y el diamante que brilla en su esplendor.
Marisa Peña
MARISA PEÑA
gracias antonio, por todo
ResponderEliminarGracias a ti, Marisa, por tu poesía y por tu amistad.
ResponderEliminarHermoso, muy artístico, sincerísimo y muy poético homenaje el que mandan tus versos...Saludos Antonio.
EliminarDulce homenaje a una persona encantadora desde otra que también lo es.
ResponderEliminarUn placer leeros a ambos.
Un beso