AETERNITATIS PER AERTERNITATE
Cuando el pájaro azul del paraíso
Me
alumbra con sus trinos,
Un
canto de telúrica esperanza
Se
eleva desde mi alma
Para
todos los niños.
Llega
entonces la damita del sueño
Con su
manto de estrellas
Y sus
cabellos trenzados de noche,
Y posa
excelsa en el rostro del mundo
Sus
labios de plata. Y sus besos son
Para
todos los niños.
Mansa
la lluvia cae
Y
humedece la tierra
Y
sacia con sus aguas
Las
semillas dormidas
Que
palpitan y crecen
Y
eclosionan en flores
Bendiciendo
a los niños.
Divina
estirpe, Febo se levanta
Y
manda a sus rayos tostar de rubio
Los
verdes trigales, maná del cielo,
Y sus
rubias espigas
Son un
bello espectáculo
Porque
el fruto es primero
Para
todos los niños.
Prometido
el maná
A los
cuatro confines de la tierra,
Las
henchidas cosechas
No
distinguen colores
Ni en
la piel ni en el alma.
¡Y la
mies es tan dulce
Para
todos los niños...!
Y es
el pájaro azul
El que
alumbra mi voz,
El que
inspira mi pluma
Y
despierta en mi mente
Cuando
anida en tu alma...
Y es
el pájaro azul
El que
llora cantando:
¡Ay de
aquellos que tienen
Blindado
el corazón,
En su
carne hielo, el hálito helado!
¡Ay de
aquellos que enajenados viven
Para
el ídolo fúlgido,
Despiadado
becerro!
Porque
no quieren ver
Que la
luna y el sol
Y la
lluvia y la tierra
Y sus
frutos dorados
Han de
ser porque son
Aeternitatis
per aeternitate
Para
todos los niños.
AETERNITATIS PER AERTERNITATE
Cuando el pájaro azul del paraíso
Me
alumbra con sus trinos,
Un
canto de telúrica esperanza
Se
eleva desde mi alma
Para
todos los niños.
Llega
entonces la damita del sueño
Con su
manto de estrellas
Y sus
cabellos trenzados de noche,
Y posa
excelsa en el rostro del mundo
Sus
labios de plata. Y sus besos son
Para
todos los niños.
Mansa
la lluvia cae
Y
humedece la tierra
Y
sacia con sus aguas
Las
semillas dormidas
Que
palpitan y crecen
Y
eclosionan en flores
Bendiciendo
a los niños.
Divina
estirpe, Febo se levanta
Y
manda a sus rayos tostar de rubio
Los
verdes trigales, maná del cielo,
Y sus
rubias espigas
Son un
bello espectáculo
Porque
el fruto es primero
Para
todos los niños.
Prometido
el maná
A los
cuatro confines de la tierra,
Las
henchidas cosechas
No
distinguen colores
Ni en
la piel ni en el alma.
¡Y la
mies es tan dulce
Para
todos los niños...!
Y es
el pájaro azul
El que
alumbra mi voz,
El que
inspira mi pluma
Y
despierta en mi mente
Cuando
anida en tu alma...
Y es
el pájaro azul
El que
llora cantando:
¡Ay de
aquellos que tienen
Blindado
el corazón,
En su
carne hielo, el hálito helado!
¡Ay de
aquellos que enajenados viven
Para
el ídolo fúlgido,
Despiadado
becerro!
Porque
no quieren ver
Que la
luna y el sol
Y la
lluvia y la tierra
Y sus
frutos dorados
Han de
ser porque son
Aeternitatis
per aeternitate
Para
todos los niños.
Antonio Capilla, AETERNITATIS PER AETERNITATE, revisado, en El fuego en la palabra, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2012
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