Cuando mi querido país está al borde del precipicio, hago votos
porque finalmente prevalezca
la cordura.
DEDICATORIA
Que el mirífico viento del sur, amigos míos,
oriente la mirada hacia dentro de uno mismo;
que agite los océanos de las emociones
e incendie las olas de la sensibilidad;
que borre las frágiles líneas que nos separan
y extienda las alas blancas de la fantasía.
Compañeros, que el muy cálido viento del sur
renueve las aguas muertas de los sentimientos;
derribe los muros de la insolidaridad,
arrase los guetos de la ignorancia culpable,
separe las aguas sombrías que nos aíslan,
conserve el fuego vivo de la ardiente Utopía.
Que el tórrido viento del sur, es mi deseo,
derrita el hielo sórdido de la indiferencia;
expanda dulce fragancia de compasión
y avive el fuego viejo de viejos corazones;
que sople el rescoldo del amor que languidece
e insufle en nuestras almas una esperanza nueva.
Antonio Capilla Loma, EL FUEGO EN LA PALABRA, Editorial Huerga y Fierro, Madrid, 2012
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