sábado, 16 de marzo de 2013

No quiero que olvidéis a Lúa. Aquí os va su cuarto poema.



IV. ¡HOLA, LUÏTA!


Cuando me siento ante el ordenador

Se llega junto a mí

Y me toca el costado con su hocico.

Y es igual que un cordero con su madre

Cuando tierno requiere sus caricias.

 

Y si no le hago caso

Con su hocico de endrina

Me toca de nuevo en el costado,

Y yo pongo la mano en su cadera…

- ¡Lúa!... ¡hola, Luïta...!

 

Ella me mira entonces

Y yo le acabo dando palmaditas

De su espalda en el albo terciopelo.
 

- ¡Cómo te gusta que te hagan caricias! 

Te me pareces a un niño chiquito

Sí, Lúa, a un niñito te pareces.

6 comentarios:

  1. Muy bellos versos, invita a reflexionar sobre la honestidad. Es curioso que solo aquellos llamados no humanos, tengan más empatía que el propio ser humano, hasta las plantas son agradecidas, en fin.

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    1. Gracias por tu comentario, Ramón. Es verdad cuanto dices. Te aseguro que Lúa me entrega mucho más de lo que yo le doy.

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  2. Gracias, José. Celebro tenerte entre mis amigos. Un abrazo.

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