miércoles, 24 de abril de 2013

LA VOZ QUE NUNCA CALLA


Ante el televisor
Contemplas las imágenes
Y sientes que muy dentro
Se quiebra tu inocencia
Y sientes que en tu mente
Aquella voz no calla...

Hombre de poca fe
Envaina ya la espada
Porque el que a hierro mata...

Martillo del hereje
Quien habla en tu interior
No gusta guardaespaldas.
¿Quién es, quién es, quién es
La voz en el desierto,
La voz que nunca calla?

A ti te digo que
Trescientas veces tres
Lo seguirás negando...

Escúchalo, Zitránger,
O como seas llamado:
No tres, ni tres más tres...

Trescientas veces tres,
Quizá hasta el infinito
Lo seguirás negando...

Estirpe que me niegas,
Hombre de mala fe,
¿De quién eres vicario?
De quién, de quién, de quién...

Pues, si el hombre sencillo
Se sigue aún engañando
Con tantos oropeles
E inciensos inflamados,
Tal vez alguna vez
Se sienta defraudado.
Tal vez, tal vez, tal vez...

Corriente que no pasas
Ni seguirás pasando
Como agua pura y limpia...

Quizás este inocente
Alguna vez, un día,
Aparte su mirada
De lo que se ha apartado
Y quiera caminar
Sin pastor ni rebaño.

Lo habéis oído bien:
Sin pastor
Ni rebaño.

(Antonio Capilla, en EL FUEGO EN LA PALABRA, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2009).

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