EL ÁGUILA
DE FUEGO
Tú
eres quizás el águila de fuego
Con
las alas del tiempo,
Aquella
que da vuelo a la palabra,
La
voz que nunca calla,
La
que pulsa el latido del intrépido,
La
que siente el latir del sentimiento,
La
voz que nadie apaga cuando es llama
Porque
es su propia voz la que lo llama.
Tú
sientes en tu voz la voz del ser
Que
es fuego en la palabra,
El
fuego prometeico que han sabido
Hurtárselo
a los dioses los poetas
Para
entregarlo al Hombre.
Tú
has reavivado el fuego en la palabra
Porque
es la voz del Hombre la que vuela
Y
es voz que nadie apaga porque entrega
El
hálito de fuego
Que
se nos ha negado.
Tú
amas llamar las cosas por su nombre:
Labrador
al que siembra con sus manos,
Al
que siente el arado,
Al
que anhela cosechas que lo colmen,
Al
que el agua hace rico o hace pobre...
La
voz que no se apaga cuando quema
Porque
es la propia voz que nos abrasa.
Tú
sientes en tu voz al hombre aquel
Que
supo amar hasta morir de amor,
Palabra
que es pasión,
Palabra
que en tu voz busca crecer
Como
incendio en la noche... Ya lo ves
Que
es con su propia voz con la que te alzas
Y
es voz que se propaga porque es llama.
Del
fuego en la palabra epifanía,
Amas
llamar las cosas sin ambages
Y
al crimen llamas crimen,
Clamor
a la palabra que se alza
Pues
ya es clamor lo que sucede aquí
Y
hemos de hacernos fuertes y más fuertes
Para
cambiar nuestro destino aleve,
Que
en ti está ya su voz si te levantas
Y
es voz que no se apaga si está en ti.
Tú
eres la voz que llama a los que duermen
Cuando
el peligro acecha y no se teme,
Aquel
que ha recobrado la palabra
Del
fuego primigenio,
El
águila de fuego
Con
las alas del tiempo,
La
voz que nadie apaga,
La
voz que nunca calla,
La
que busca el oído del sediento,
La
que sueña ser vida en el desierto,
La
voz que nos inflama
Porque
es su propia voz la que está en ti,
(Antonio Capilla, en EL ÁGUILA DE FUEGO CON LAS ALAS DEL TIEMPO, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario