Para empezar el primer día laborable del año, rememoro la crónica que Francisco Caro escribió sobre la presentación de mi libro PIEDRA DE LA HONDA que el pasado 20 de octubre tuvo lugar en la Biblioteca Eugenio Trías de Madrid. Con ello quiero agradecerle sus palabras que constituyen, sin lugar a dudas, una muestra magistral en su género. Reitero también mi agradecimiento a todos los amigos y amigas de la poesía y de mi modesta persona que me hicieron sentir el calor de su afecto acompañándome ese día.
LA VOZ QUE NADIE APAGA: Crónica de Francisco Caro en MIENTRAS LA LUZ: Enredado en el tiempo de la escucha.
Eduardo Merino, Antonio Capilla, Antonio Daganzo y Antonio Pastor
Foto Nuci Bahamonde
Crónica de Francisco Caro |
Escasas veces he escuchado leer con tanta pasión, con tanta fe en lo escrito, tan agarrado a la literalidad sin dudas de unos poemas tiempo y tiempo rumiados, amasados, resueltos. Antonio Capilla logró trasmitir al público de la Casa de Fieras la sensación de estar ante un acontecimiento, no ante una lectura más. Me impresionó. Jueves y 20. Su libro Piedra de la honda, fue presentado por Eduardo Merino con acierto y prudencia. Había indagado Merino en la obra anterior de Antonio y tildó los versos de la actual como aguerridos, como un compromiso que llama a la acción. Nada más veraz. Heredero, el autor, de una tradición familiar republicana, que deseó dejar patente, los poemas de este su último libro pretenden ser – en su mayor parte– una apelación a la conciencia, un revulsivo contra la inacción social, contra el acomodo ante las injusticias. Poemas de un tiempo en efervescencia, Antonio Capilla inyectó con su lectura extensa un vigor añadido que a nadie, ni siquiera a los más tibios, pudo dejar indiferente. Desde el convencimiento, autor y libro parecían fusionarse en su proyectada voz. No son textos escritos desde la complacencia, sino desde el riesgo del hombre que sale al balcón para gritar a todos hombres los crímenes contra el hombre que desde allí se observan. Escribir es también –y allí, en el silencio de la sala, se ponía de manifiesto como en pocas ocasiones– un necesario descargo de conciencia. Más allá de la floritura verbal, del gusto almibarado por el estilo, está la reciedumbre de la verdad sin límites que significa la presencia de la justicia entre humanos. Y la denuncia del pecado de la dormición, de los que niegan.
Antonio Pastor Gaiteros, compuso tres canciones, bellísimas con poemas del libro, que ofreció, y Antonio Daganzo, ante la ausencia justificada del editor, puso con elegancia innata el libro de Vitruvio sobre la mesa.
Magnífico poeta, enmarcado por una excelente persona. Mi admoiración y mi abrazo.
ResponderEliminarGracias, Miguel Ángel. Me siento afortunado por gozar de tu amistad. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarGracias, Miguel Ángel. Me siento afortunado por gozar de tu amistad. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarMe lo apunto
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