Caballero por tu porte y nobleza,
paladín de justicia e igualdad,
combatiente infatigable en la guerra,
decidido soldado de la paz.
A la muerte mostraste el pecho abierto,
con valor empuñaste tu fusil,
por amor a los tuyos y a tu pueblo
sin dudar fuiste al frente a combatir.
Alentaba tu arrojo al compañero,
sin desmayo peleabas por un fin:
conseguir con los hombres que lo fueron
las cadenas de la vida destruir.
Quien te vio, miliciano del amor,
y midió junto al tuyo su fusil
contempló con orgullo a un español
que se dio como tal al combatir.
Sufrió España un puñal y mil heridas
y acabó la contienda amargamente,
mas la fuerza de tu lucha no declina
que tu afán en el nuestro se mantiene.
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