miércoles, 20 de noviembre de 2019

Antonio Capilla Loma, EL VUELO DEL ÁGUILA, Editorial Huerga y Fierro



Caminar sin anteojeras para ver cuanto hay a izquierda y derecha sin perder el horizonte al que aspiramos sabiendo que no lo alcanzaremos nunca.

Dejar que vuele nuestra imaginación y soñar un mundo mejor. Vuelo del águila que nos eleva sobre nuestras propias miserias.

Volar con el águila de la existencia que nos aúpa y nos recuerda que no estamos solos en nuestro hogar llamado Tierra. Y saber que somos abono y semilla tras el vuelo.


EL VUELO DEL ÁGUILA

Sobre la yerba yace
un hombre que ha finado,
Vuelo del águila desde la yerba.
¿Angustia ante el cadáver?
Tal vez no sea angustia lo que sientes,
esa angustia vital
de la que tanto hablamos,
Porque el pasar del tiempo
te viene conformando,
como el molde a la cera
y la horma al zapato,
a lo que es contingente
transitorio y efímero.
Pasamos la existencia
como aguja en reloj
dando vueltas y vueltas...
Nuestro reloj vital nos va llevando
al punto de partida
en constante retorno
de la nada a la nada
o del instante al todo.
Escuchad, se nos dice:
somos aves de paso,
amad la eternidad
porque es un trago amargo
la vida que pasamos.
Pero yo soy veraz,
yo me entrego en mi canto
y canto lo que pienso
y siento lo que canto.
Yo gozo cada instante
si el gozo está en mi mano
y bebo de mi cáliz
si no puedo apartarlo.
Quede la eternidad
para soñar el sueño
que la vida nos quiere
siameses con el tiempo
que nos está matando.
Tiempo del águila que me sustenta
y me tiene atrapado,
yo en mi canto te llevo,
vuela tú con mi canto.
Sobre la yerba yace
un hombre que ha finado,
vuelo del águila sobre la yerba.

Antonio Capilla Loma, EL ÁGUILA DE FUEGO CON LAS ALAS DEL TIEMPO, Editorial Huerga y Fierro, Madrid, 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario